Largas 4

ATITLAN

Personajes:
Mía
Rodrigo
Samantha
Abel

A LA IZQUIERDA, AL FRENTE, OCUPA UN TERCIO DEL ESCENARIO UNA SUERTE DE HALL CHICO, PRIMER AMBIENTE TRAS LA PUERTA DE ENTRADA DE UNA CASA, CON UN SILLÓN Y UNA SILLA, UNA MESITA ENTRE ELLOS, UN EQUIPO DE MÚSICA. LA LUZ ES CENITAL Y BLANCA, CAE SOBRE LA MESITA. ESTILO MODERNO Y SOBRIO.

UNA PUERTA SEPARA ESTE ESPACIO DEL AMBIENTE DE LA DERECHA, QUE OCUPA LOS DOS TERCIOS RESTANTES DEL ESCENARIO. ALLÍ HAY UN SILLÓN DE TRES PLAZAS EN EL CENTRO, UNA MESA RATONA ENFRENTE, O UN BAÚL QUE HACE LAS VECES DE MESA; A LA DERECHA, UNA BARRA, CON TABURETES.

AL FONDO, A LA DERECHA, UN ESPACIO DONDE TENDRÁ LUGAR LA PENÚLTIMA ESCENA.

ACTO I.

Escena 1.

LA HABITACIÓN ESTÁ EN PENUMBRAS. SE ESCUCHA EL CONCIERTO PARA VIOLÍN, CUERDAS Y BAJO EN MI MAYOR, BWV 1042 DE JOHANN SEBASTIAN BACH, 2º Y 3ER. MOVIMIENTOS (6´), QUE SIGUE DE FONDO EN LAS ESCENAS 1 Y 2. SUENA UN TIMBRE DE DING-DONG, SUAVE. PASAN UNOS SEGUNDOS. SUENA NUEVAMENTE EL TIMBRE.

RODRIGO – (FUERA DE ESCENA) Va!

RODRIGO APARECE DESDE LA DERECHA CON UN REPASADOR, SECÁNDOSE LAS MANOS. VISTE DE MODO INFORMAL, VAQUEROS Y CAMISA. DEJA EL REPASADOR SOBRE EL RESPALDO DEL SILLÓN, CRUZA HACIA EL RECIBIDOR Y ENCIENDE LA LUZ, AL TIEMPO QUE SE PAGA LA LUZ DE LA HABITACIÓN, QUE ES BLANCA, FRÍA. ABRE LA PUERTA. ALLÍ ESTÁ SAMANTHA, DE PIE CON UNA CAJA EN LAS MANOS. SE LA TIENDE. ES UN VISITA INESPERADA QUE PROVOCA TENSIÓN ENTRE AMBOS.

RODRIGO – ¿Samantha…?

SAMANTHA – Vine solamente a traerte esto…

RODRIGO – ¿Qué querés?

SAMANTHA – Tomá, te dejo esto y me voy.

RODRIGO – ¿Qué es?

SAMANTHA – Me pidió Mía que te lo trajera…

RODRIGO – Bueno, decile que lo traiga ella entonces, dejá…

SAMANTHA – Rodrigo, por favor, Mía no puede venir…

RODRIGO – ¿No puede o no quiere? Que haga el esfuerzo. Que se digne a responder los mails, viste? Sí, le hice un par de reproches… Pero también le pedí perdón, le ofrecí hacer lo que sea. No te das una idea.

Vos que la conocés tan bien, decile que estaría bueno hacerse cargo de lo que uno genera, o en todo caso venir y…

SAMANTHA – …no puede, porque ya no… Yo sé que las cosas tendrían que haber sido diferentes, pero… la vida se nos va de las manos…

RODRIGO – …si la dejas ir, Samantha. Ustedes se la pasaron como en un parque de diversiones, yendo de un juego a otro, eligiendo lo más divertido porque tenían el abono completo gracias a la banca del viejo de Mía, pero ¿sabés qué? Que puedas comprarlo todo no significa que sea tuyo… Ojala no hubieran tenido nada, nada, y se darían cuenta… Hay que saber elegir, Samantha, y a veces lo que más cuesta no se puede comprar.

SAMANTHA – Si. Y Mía te eligió a vos. Pero no la dejaste entrar, no entendiste nada.

RODRIGO – ¿Qué decís? Se eligió a ella misma. Tuvimos la oportunidad de vivir un sueño, pero no se animó. O será que prefirió seguir sus fantasías, ocultándose detrás de su camarita para retratar a los especímenes raros como si fuera una antropóloga en la sociedad de los monos, y yo fui su experimento.

SAMANTHA – Mía te amaba…

RODRIGO – Mirá, dejá…, qué sentido tiene insistir, tengo un proyecto a medio camino… Je ¿qué raro, no? Todavía hay gente que cree en eso de imaginar una vida, soñar un futuro, proponerse una meta y hacerlo juntos, porque suponen que la mejor manera de llegar es andando, aunque les lleve siglos! ¿Gente extraña, no? Qué serán, apenas el 90 por ciento de la humanidad? Ya te digo, tengo mucho que trabajar, así que…

SAMANTHA – Basta, Rodrigo (LE PONE LA CAJA CONTRA EL PECHO).

RODRIGO – (REVISANDO LA CAJA) Estas son sus cosas… las que tenía acá, en casa. Los libros que le regalé ¡las fotos! Se las pedí más de una vez.

AL INTENTAR TOMARLAS, SE CAE LA CAJA. AMBOS SE ARRODILLAN. DE ENTRE LAS COSAS DISPERSAS, RODRIGO TOMA UN CASSETTE, LO PONE EN EL REPRODUCTOR QUE HAY SOBRE LA MESITA. PRIMERO HAY UN RUIDO COMO DE FRITURA DE GRABACIÓN VIEJA. LUEGO, SE ESCUCHA LA VOZ DE MÍA “…UNO, DOS, TRES, PROBANDO…”. LA LUZ DEL HALL SE APAGA.

Escena 2.

SE ENCIENDE LA LUZ DE LA HABITACIÓN PRINCIPAL. MÍA ESTÁ SENTADA EN EL SILLÓN, CON LAS PIERNAS CRUZADAS EN YOGA. TIENE UNA COPA DE VINO EN UNA MANO Y EL MICROGRABADOR EN LA OTRA.

MIA – “…uno, dos, tres, probando…”

RODRIGO (ENTRANDO DESDE EL RECIBIDOR) – Dejá de hinchar las bolas con eso, querés.

MIA – Ay, bueno, no te lo voy a romper, tanto cuidado por un aparatito de mierda…

RODRIGO – Si (COMO RECORDANDO) pero con ese aparatito le hice una entrevista a Borges, sabés?

MIA – ¡Ah! ¿en serio? ¿cómo es eso?

RODRIGO – Dejá, es una larga historia, de cuando “era” periodista, ja! … “cosas del pasado”

MIA – Si, tenés razón, dejemos el pasado y olvidate del futuro ¡vivamos el presente!

RODRIGO – ¿“Olvidate del futuro”? ¿Qué decís?

MIA – (CON GRAVEDAD) Cuando sabés lo que te va a pasar, el futuro es más presente que cualquier cosa que hayas vivido…

RODRIGO – ¿Y qué sabes lo que te va a pasar?

MIA – Sí! Tenés razón, quién sabe! (COMO SACÁNDOSE SOMBRAS DE LA CARA) A ver, a ver, señor periodista, vamos a hacerle una entrevista exclusiva…

RODRIGO – Dejá… el que hace las entrevistas soy yo, che… Bah, hacía.

MIA – Ah! Pero todo cambia…

RODRIGO – En ese caso, una propuesta…

MIA – … (EXPRESION COMO PREGUNTANDO ¿CUÁL)?

RODRIGO – Vamos una y una, pero hay que contestar… ¿eh?

MIA – Ok, yo primero: …cómo era que te llamabas?

RODRIGO – Rodrigo! ¿no te acordás?

MIA – Si, boludo, pero el apellido, ni ahí.

RODRIGO – Dávice… Rodrigo Dávice. Y ese truco ya lo conocía… Bueh. A ver. contame de tu familia, ¿tenés hermanos?

MIA – No… de familia vengo para atrás. Soy hija única, mi viejo falleció hace unos años y mi mamá vive en Uruguay. Apenas si nos vemos. Y la verdad que, parientes, hay, pero no me doy con ellos. No me bancan, qué se yo. Mi familia son mis amigos, los que quiero, y eso es bueno, porque puedo elegir, no?

RODRIGO – Si, siempre se puede elegir a quién querer…

MIA – … (EXPRESION DE ¿ESTÁS SEGURO…?)

RODRIGO – Bueno, siempre no… pero yo ya hice la de querer, así como así, lo primero lindo que se me presentó en la vida, y no va. Digo, está bien para cuando uno recién se despierta y todo es nuevo, como cuando sos chico y vas a una juguetería, todo parece magnífico. Pero después uno se da cuenta de que no todo vale lo mismo, que hay que elegir. Y a la hora de elegir…

MIA – ¿Qué elegiste?

RODRIGO – Y, en primer lugar, decidir qué hacer, aunque a los demás no les guste. Corrijo: aunque los demás quieran que yo haga otra cosa. Estoy harto de hacer lo que sé hacer y no lo que más me gusta, aunque no sea lo que se espera de mí!

MIA – ¿Y qué es lo que más te gusta?

RODRIGO – Trabajar con las manos, diseñar, construir… casas! Estoy fascinado con el tema de la construcción natural, conocés?

MIA – Hmm, no, ni ahí.

RODRIGO – Construir con barro, con tierra, con paja… con lo que haya. Es una experiencia única, transformadora… podés ver mil fotos, planos, explicaciones, pero hasta que no metás las manos en el barro no vas comprender lo que se siente, es… indescriptible.

MIA – ¿Y a eso te dedicás?

RODRIGO – Y… Estoy en eso, pero… no vale, era una pregunta cada uno!

MIA – Bueno, dale vos, a ver…

RODRIGO – Qué onda la fotografía?

MIA – ¿Hummm… podría ser más específico, señor periodista?!

RODRIGO – Je, sí, perdón! Están muy buenas tus fotos, me encantaron. ¿Desde cuándo te dedicás a la fotografía?

MIA – Uf, desde muy chica, siempre me fascinó ver… una realidad diferente. Es como la psicología, como el arte: tenemos frente a los ojos un universo complejísimo, de mil facetas, y sin embargo preferimos hacer de la realidad una masa informe y gris para no complicarnos la vida, limar los tonos, achatar los sonidos, desvanecer el trazo… Con la cámara detengo el tiempo y me obligo a poner la atención en un instante que puede ser cualquiera, pero es único. Sin pasado, sin futuro, presente puro. Y allí esta todo…

RODRIGO – ¿Como el Aleph, no? Ya que hablábamos de Borges…

MIA – Como la vida, creo. Pero nos fuimos al carajo, che! Un vaso más de vino y vamos a terminar hablando de La Nausea.

RODRIGO – Bueno, entonces pasemos a la sección “Intrascendentes”. A ver, algo que no duela: ¿Sos feliz?

MIA – ¡Hijo de puta! (RIÉNDOSE)… Una vez una bruja, en Brasil, una adivina, de esas que tiran los buzios y te hipnotizan con la mirada… negra como un carbón, con su vestido blanquísimo, en la playa, me dijo que iba a encontrar la felicidad en un lugar lejano; un lugar donde hubiese un lago de plata y oro, rodeado de montañas firmes, con espuma de coral en las orillas…

RODRIGO – (SORPRENDIDO) ¿Y por eso te viniste acá?

MIA – Y… Sí!

RODRIGO – (LA MIRA COMO DICIENDO: NO…, LA PIFIASTE…:) “Atitlán”

MIA – ¿Qué?

RODRIGO – Lo que estás describiendo no es el Nahuel Huapi, alcornoque, es Atitlán, “el lago más mágico que existe sobre la tierra”, dijo Herman Hesse.

MIA – ¿Y dónde queda?

RODRIGO – En Guatemala

MIA – ¿Y es lindo?

RODRIGO – No sé… nunca fui! Pero sé que es un lugar bellísimo, mágico… Para mí, es tan maravilloso como lo sueñe. Lo demás ¿que importa? (CON COMPLICIDAD, ENTUSIASMADO) Mira: con lo que gane con la primera casa que haga, nos vamos a Atitlán, dale? Es el sueño de mi vida.

MIA – Estás de la nuca.

RODRIGO – Sí!

MIA – Hecho…yo también!!

SE RÍEN, LA MÚSICA SUBE DE VOLUMEN, COMIENZA A CLAREAR.

LA MÚSICA DE FONDO SE INTERRUMPE DE GOLPE CON UNA FRITURA QUE INDICA QUE SE TERMINA EL CASSETTE Y FINALIZA CON UN ¡TAC!. CON EL TAC SE APAGA LA LUZ DE LA SALA. HAY UNOS SEGUNDOS DE OSCURIDAD. SE ENCIENDE LA LUZ DE LA IZQUIERDA, DONDE ESTÁ RODRIGO, SENTADO EN EL SILLONCITO, CON LA CAJA ENTRE EN LAS MANOS. SAMANTHA, SIGUE DE PIE EN EL MISMO LUGAR.

 

Escena 3.

VESTÍBULO. IGUAL POSICIÓN QUE EN LA ESCENA 1

RODRIGO – Fue el día más feliz de mi vida.

SAMANTHA – Yo… es mejor que me vaya.

RODRIGO – No, por favor. Pasá Mía… Samantha, por favor.

RODRIGO SE LEVANTA, ENTRA A LA HABITACIÓN, SAMANTHA LO SIGUE. APAGA LA LUZ DEL VESTÍBULO Y PRENDE LA LUZ DE LA HABITACIÓN CENTRAL, FRÍA; LA CASA ESTÁ COMO SIN ALMA. VA HACIA LA BARRA, SIRVE UN PAR DE VASOS; LE DA UNO A SAMANTHA, QUE SE SIENTA, Y ÉL SE QUEDA EN LA BARRA.

RODRIGO – Contame qué fue de Mía, ¿qué paso? Ya no puedo competir con vos.

SAMANTHA – ¿Competir? ¿No tenés idea de cuánto te amaba no? Yo no tenía nada que ver, Rodrigo. Hablaba de ese tiempo con vos como del paraíso que no había sido capaz de vivir. No sé, a veces me daba la impresión de que sufría más por la bronca de lo que se estaba perdiendo, y ya no encontraba a quién putear por no poder vivir el sueño que le habías despertado.

RODRIGO – Pero… ¿qué pasó?

SE APAGA LA LUZ DE LA SALA EN DONDE HABLAN.

ACTO II.

Escena 1.

SE ENCIENDE LA LUZ DEL VESTÍBULO. ESTÁ MÍA, CARGADA CON UN CAJÓN LLENO DE COSAS

MIA – Rodrigo…! Abrimeeeeeeee!

(RODRIGO ESTÁ EN EL SALA, A OSCURAS; VA HACIA LA PUERTA)

RODRIGO – Va, va! Estoy terminando los planos… ¿qué pasa que hay tanto apuro?

(ABRE LA PUERTA Y ENCIENDE UNA LUZ CÁLIDA EN LA SALA)

MIA – Pasa que se me están rompiendo los brazos con esta caja! No sabés! (HABLA ACELERADAMENTE. CORRE LOS PLANOS QUE HAY SOBRE LA MESITA Y APOYA LA CAJA). Conseguí los copitos de quinua en Ruca Zen! Y las semillas de girasol, peladas, a estas me dijeron que hay que tostarlas, o no, eso era con estas, qué se yo. ¿Deben quedar buenas en cualquier cosa, no? Se le puede poner a las ensaladas, a las tortillas…

RODRIGO – ¿Y éstas de qué son?

MIA – Esas… son de lino… ah, no ¿a ver? de alpiste! Hay que tomar todas las mañanas un licuado de semillas, pero tenés que ponerlas a remojar toda la noche, cuatro, no, cinco cucharadas creo, o seis, no sé, y a la mañana te tomás un licuado que te sirve para todo! Te depura los riñones, la sangre, es como mágico, pero en ayunas, eh? Y después desayunamos avena, copos, granola, no es espectacular? Tiene miel, olé… Pasas de uva (VA SACANDO PAQUETES DE LA CAJA), ¿esto qué carajo es?

RODRIGO – (TRATA DE ORDENAR LOS PLANOS) Che, y un churrasquito no trajiste?

MIA – Pará, caníbal! Cómo te vas a estar comiendo un animalito que tiene vida igual que vos? Aprendé a convivir!

RODRIGO – Ah, mirá quién habla, je! Como si fuera tan fácil! ¿Me vas a dejar un lugarcito para mis cosas? O si no, me hago una cucha en el patio y no jodo más, eh? Entre los mandalas, el batik, las pinturas, los frasquitos, estás llenando la casa y tenés todo a medio camino, terminá una…!

(MIA PONE MÚSICA DE BOB MARLEY Y MIENTRAS DESPARRAMA TODO SE PONE A BAILAR)

MIA – (TARAREA) “I wanna love you, every day and every night…”

RODRIGO – Tengo que resolver esta estructura para mañana, pero no consigo postes de 4, no sé como miércole voy a hacer para armar este techo Hogan, es un bodrio con los palos que se cruzan para todos lados; queda lindo pero no hay manera de ponerle las tablas encima, cómo hago?

MIA – Y acá traje harina de mandioca, que me dijeron que es bárbara para el colesterol, lo que no encuentro es el librito de las recetas…

RODRIGO – ¿Y si le mando nomás una estructura recíproca? Con ocho palos y una geodésica en la cúpula, hasta le podemos poner techo vivo al menos en una parte; se me va a complicar el soporte de la entrada, que tiene que tener luz. Cómo se resuelve esto, mi dios…

MIA – ¿No hay más gas, che? Va a venir Samy, vamos a hacer unas masitas de avena geniales que me enseñó Mónica, pero no encuentro el librito que me dio, que está buenísimo ¿dónde estará? ¿lo viste? Bueno, si no, usamos el Libro del Pan que esta bárbaro también, hay una con un arroz sarraceno o trigo, no sé qué era, pero re sano.

RODRIGO – ¿Samantha va a venir de nuevo? Mejor me voy a lo de Abel a seguir con esto, lo tengo que terminar y me falta bocha de laburo.

MIA – Aflojá, che. Vos sabés lo que es Samy para mí, y lo que la necesito poder hacer todo esto…

RODRIGO – Lo que a veces me cuesta entender es qué soy yo para vos, Mía; qué somos nosotros, viste? Habíamos hecho el plan de tener un terrenito para hacer la casa, hacer nuestro lugar, compartir cosas… y al final entre el laburo que tengo y las mil cosas que estás haciendo…

MIA – Al final qué, Rogo? Esto es recién el principio! No me hablés del final, te lo ruego, mirá: vos estás haciendo lo que más te gusta, no? Yo también! Mostrame la casa de Los Coihues, a ver, éste que es, el frente?

RODRIGO – La de Los Coihues ya te dije que a final no se hace. ¿Ves que no me escuchás? Dejame que tengo que seguir.

MIA – Ah, bueno, ¿de dónde es ésta? ¿de Dina Huapi? Hacele una pared enorme y le ponemos un mandala de piedritas de colores, dale? Mirá, acá tengo una carpeta con dibujos que hice con Marita, una genia, tiene mil diseños, y también se pueden hacer en el piso, ¿qué le ponés, mosaicos?

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RODRIGO – No sé, ni idea el piso ¿no ves que estoy con el techo? Es un desastre, es el cuarto proyecto que intento hacer y no doy pie con bola; si no sale este, mando todo a la mierda y se acabó, al final…

(ENTRA SAMANTHA)

SAMANTHA – Hola chichis… cómo les va?

MIA – Hola Samy!!!! Qué haces loca, qué lindo que viniste! Acá estamos haciendo casas! Llegaste justo para ver cómo hacemos con este techo que parece que está complicado.

RODRIGO – ¿Me dejan un cacho por favor? Por qué no se van a hacer las masitas y me dejan seguir, que tengo que laburar.

SAMANTHA – Ah, yo de hacer casas ni idea! Todas las que tuve las compré, ja! O más bien, las compró papá, el viejo es divino ¿Te acordás la del Delta? (A RODRIGO) Era un sueño! Unas flores…, y con muelle, no te explico. Fuimos a verla en el barco, estuvimos un día entero, la pasamos bárbaro ¡y no volvimos más!

MIA – Siiii! Me acuerdo, estuvo genial! En serio no volviste nunca, boluda? No te puedo creer, debe estar destruida ¡Ay, qué ganas de ir….! Vení que hacemos unos mates.

SAMANTHA – Ni se te ocurra volver! No sabés lo que tenés acá, esto es hermoso. El fin de semana estuvimos en la quinta de Pilar, un calor! My God, no se podía estar. Decí que estaba habilitada la pileta y pusimos la barbacue en la pérgola, estuvo re bien.

MIA – Que guacha!

SAMANTHA – Todos te mandan saludos, che. No sabés cómo se te extraña en la galería. Micaela te manda un libro, haceme acordar de que te lo dé, y Orfelinda te hizo unos chipás riquiiiisimos, pero como el vuelo se demoró como dos horas, fueron!

MIA – No! ¿No me los trajiste? Te mato!

SAMANTHA – (CONFIDENTE) Ah, pero te traje algo mejor… (A RODRIGO) ¿Y vos cómo vas con eso? Me preguntaban por “el muchacho” pero yo no les dije nada, che, contales vos. Cuando les dije que era periodista no lo podían creer, estaban fascinados.

RODRIGO – No soy periodista, Samantha. Era.

SAMANTHA – Y el tío Mauricio, te acordás, el que tiene el diario y el canal en Pergamino, bueno, en realidad, en toda la zona, viste, porque son como esas redes de cable en varios pueblos, me dijo que si querés ser corresponsal, encantado, que le escribas, que va a estar chocho.

RODRIGO – No trabajo más de periodista, hago casas.

SAMANTHA – Ay, yo, ponerme a hacer una casa, ni loca! Yo las uso, che, es más divertido! Debe ser un despiole hacer una, no? ¿Y si le preguntás a un arquitecto, o a alguno que sepa, que sé yo…

RODRIGO – Yo ya sé, no te preocupés.

SAMANTHA – Debe ser fascinante escribir en un diario, no? Pero espero que te paguen mejor que a mí, yo a La Nación le mandé tres notas de la Bienal de Rio y una cuando estuve en el MOMA de New York y me arreglaron poniendo “Colaboración”, unos cretinos! Ah, pero fue la gloria, cuando vi mi nombre ahí, no lo podía creer, se la reenvié a medio mundo, no es genial?

RODRIGO – ¿Y de qué te sirvió? Qué, ¿sos más ahora por figurar en internet? ¿De qué sirve eso? ¿qué te dejó?

MIA – Samantha tiene razón, Ro… a lo mejor, podés enganchar alguno de esos trabajos, y tener la seguridad de un ingreso, y además acá también podés hacer otras cosas, como lo de la radio que te ofrecieron.

RODRIGO – Pero no quiero hacer otra cosa, Mía! Ya está, eso ya fue. Toda la vida me la pasé haciendo lo que a los demás les parecía mejor, lo que sabía hacer, lo que estaba bien. Y me la pasé frustrado, envidiando la vereda de enfrente, como un chico mirando dulces detrás de la vidriera. No quiero más! No me podés entender?

SAMANTHA – Lo que pasa es que si uno hace lo que sabe hacer… es mucho más sencillo…

RODRIGO – Sí, será por eso que vos hacés lo que mejor sabés hacer, pasear, viajar, gastar la plata de tus viejos… ¿Por qué no la cortás de intentar siempre decirle a los demás lo que tienen que hacer? O  mí, al menos, y me dejás en paz? (SILENCIO INCÓMODO).

Y nos quedamos en paz a los dos, que estamos intentando hacer una vida nueva, mal o bien, como nos sale, pero siguiendo el deseo que uno lleva adentro, entendés? (A SAMANTHA) Andá a la casa del Delta, o al country de Pilar, y dejala a Mía tranquila, que puede hacer conmigo un futuro diferente.

MIA – Pará, Rodrigo, qué decís?

SAMANTHA – Está bien Mía, yo me voy…

MIA – Cosa fai, Roderigo? Samantha es parte de mi corazón, no me deshagas.

RODRIGO – Al contrario Mia, te estoy proponiendo que te rehagas. Que decidas para dónde querés ir, porque yo quiero ir con vos, pero no para cualquier lado; a donde dice Samantha ya fui, no me gustó y no pienso volver. Ahora vos tenés que elegir.

MIA – Y qué querés que elija, Rogo… ¿Vos me hablás de vidrieras? Para mi es como si estuviera frente a la vitrina de Ricciardi, libre de elegir lo que más me gusta, sabiendo que puedo pedirlo todo! Porque no voy a tener nada.

SE ABRE LA PUERTA, ENTRA ABEL

ABEL – Permiso… buenas…

PASA, Y SE QUEDA MIRANDO LA ESCENA

RODRIGO – Pero… ¿cómo no vas a poder elegir? ¿De qué me hablás? Al contrario! Hoy, ahora, mira, son las… 6.18 del viernes 4 de abril: será cursi, pero es cierto, a partir de hoy comienza tu vida, Mía, no lo entendés? No entendés lo que me está pasando? Yo no puedo más, no sé si lo que quiero es lo que quiero, pero al menos sé lo que no quiero. No sé, vean ustedes, y me dicen. Me voy a seguir con esto con Abel. Vamos viejo.

ABEL – Mia, Samantha…

RODRIGO TOMA SUS PAPELES, LO EMPUJA A ABEL HACIA LA PUERTA. SAMANTHA SE ACERCA A MIA Y LA ABRAZA EN SILENCIO. RODRIGO Y ABEL SE QUEDAN HABLANDO EN EL VESTÍBULO. LA LUZ DE LA SALA SE APAGA.

Escena 2.

ABEL – ¿Qué pasó? ¿Otra vez discutiendo, no? Mi viejo….

RODRIGO – Soy un pelotudo, Abel, no le encuentro la vuelta, voy en círculos, como en un espiral… parece que quisiera estar en dos lados al mismo tiempo que son incompatibles.

ABEL – Lo que pasa es que no te termina de entender, Rodrigo, si viera las cosas que estás haciendo y cómo estamos avanzando, seguro que te apoyaría.

RODRIGO – Pero no es apoyo, loco, yo lo que quiero es compañía, no que venga “conmigo”, sino ir juntos! Esto lo tenemos que hacer entre los dos o no tiene sentido!

ABEL – Si ella de la construcción no caza una… no es lo suyo, está en otra.

RODRIGO – Más vale, y menos mal! Para socio te tengo a vos, hermano. Y estoy seguro de que vamos a salir adelante. Si pudiéramos terminar con esta casa de mierda de una vez por todas, demostrarle que es un camino seguro, que se puede. ¡Por qué carajo no me saldrá tan fácil como escribir, la puta!

ABEL – Porque estás aprendiendo, y cuesta, si fuera tan fácil no valdría nada, lo haría cualquiera. Yo hace cinco años que vengo de abajo, haciendo desde el empastinado al techo, y recién le estoy tomando la mano: lo que vale es la experiencia, el conocimiento, la práctica, hacerlo bien, dedicarle tiempo, ponerle laburo, eso garpa.

RODRIGO – Ojalá garpara, y nos garparan; ya le debo plata a medio mundo, así no puedo seguir, macho.

ABEL – ¿Pero vos pensás que a ella le importa la guita? Ni ahí!

RODRIGO – A mí me importa! No la guita, el resultado: que te valoren, viejo! Y en este mundo el éxito se mide en plata, si hacés las cosas bien, cobrás.

ABEL – (PAUSA) Ah si? Me pareció que habías dicho… que te importaba un bledo lo que los demás pensaran de tu laburo, lo que los demás quieren que hagas; que habías elegido esto porque a vos te gustaba, no porque estabas necesitando la aprobación de otros.

RODRIGO – Andá a cagar!

ABEL – Si, tenés, razón, mandame a la mierda. Igual que a Mía, y a tu laburo, y a todo el mundo, quedate solo. Cuando te despertés, avisame. (EMPIEZA A SALIR)

RODRIGO – No… pará, pará, perdoná, me fui al carajo. Te juro que estoy tratando de hacer lo mejor que puedo, Abel, que tengo la mejor intención…

ABEL – Pero con la intención no basta, viejo. Tenemos un proyecto en marcha, ya compramos los materiales, estamos haciendo la platea…

RODRIGO – …y no la quiero perder, Abel, es lo mejor que me pasó en la vida.

ABEL – Mía? Entonces, peleala, no la dejés ir.

RODRIGO – Con Samantha en medio no puedo, Abel.

ABEL – Ja! Samantha, la guita, la construcción en seco, los oligarcas, River… siempre va a haber alguien que te puede joder la vida, hermano. Y?

ABEL SE VA. RODRIGO SE DISPONE A ENTRAR A LA HABITACIÓN. SE APAGA LA LUZ DEL VESTÍBULO, SE ENCIENDE LA LUZ DE LA SALA.

Escena 3.

LA SALA ESTÁ EN PENUMBRAS. SUENA MUY SUAVE UNA ARIA (JOHANN SEBASTIAN BACH, SUITE PARA ORQUESTA Nº 3). MÍA Y SAMANTHA CONVERSAN EN LA HABITACIÓN.

MIA – No puedo, Samy, te juro que tengo pavor de que venga Rodrigo y me acose con preguntas, y yo no sepa qué decirle…

SAMANTHA – ¿Y si probás con la verdad? Contale, Mia, él te quiere, sabrá comprender…

MIA – ¿Qué? ¿decirle que todo es un sueño, que no puedo darle nada, ni proyectar más allá de hoy a la tarde? Querés que le haga mierda de un mazazo su casita de barro y le quede nomás el polvo entre las manos, sin saber qué hacer?

SAMANTHA – Hay salida, Mia, no te entregués! Tenés que confiar en Teddy, mi hermano es brillante! Estás en las mejores manos, ni bien lleguemos a Buenos Aires te instalás en su clínica un tiempito y te va a dejar el corazón como nuevo, bebé, vas a estar bien…

MIA – No me quiero quedar allí, Mía… (VA PONIENDO FOTOS Y COSAS EN UNA CAJA) Así me quede un suspiro quisiera vivirlo aquí, respirando este aire, tomando el agua de la vertiente, mirando al cielo, sintiendo la tierra, escuchando el viento…

Dicen… no sé quién me lo dijo, o lo leí; debió ser Matías, con sus cuentos del Africa; me quedó retumbando dentro…, que para alguna cultura africana el futuro está detrás, en lo desconocido, y el pasado, adelante, frente a los ojos… Quisiera abrirlos y que tener este presente siempre conmigo, Samantha, que no se acabe nunca.

SAMANTHA – Te hacés los estudios, y volvés al toque. Yo espero los resultados, vos volvé, acá tenés tu vida, yo me encargo.

MIA – Acá, en cualquier lado. Sentí que con Rodrigo podría crear un mundo diferente, despertarme las ganas de jugar, soñar despierta…! Quería que todo fuera diferente.

SAMANTHA – Seguí tu sueño, Mía, es lo único que tenés.

RODRIGO ABRE LA PUERTA Y SE QUEDA ALLÍ. SE APAGAN LAS LUCES DE LA SALA.

ACTO III

Escena 1.

AL FONDO A LA DERECHA SE PRENDEN LUCES EN MOVIMIENTO COMO EN UN BOLICHE, AL MISMO TIEMPO QUE SE ESCUCHA MÚSICA. MÍA ESTÁ SENTADA SOBRE UN PUFF, CON UN VASO EN LA MANO, UN POCO BORRACHA. MÚSICA FUERTE. SAMANTHA TIENE UNOS PAPELES EN LA MANO, Y HABLA CON MIA; RODRIGO Y ABEL, CONVERSAN APARTE.

MIA – Como? Pará, pará, que acá hay un quilombo bárbaro y te escucho cualquier cosa.

SE LEVANTAN Y APARTAN UN POCO, BAJA EL VOLUMEN DE LA MÚSICA Y LES PERMITE HABLAR. LA MÚSICA CAMBIA A SOMEWHERE OVER THE RAINBOW, DE ISRAEL KAMAKAWIWOOLE.

RODRIGO – Che, no se vayan! Si van a fumar un pucho afuera avisen, eh?

ABEL – Dejalas, no pueden dejar el culo quieto.

MIA – Uf, acá estamos mejor, te escuchaba cualquiera, no sabés! Te escuché decir “terminal” y que se había confirmado… ja! Me agarró un cuiqui. Bueno, dale contame, Samy ¿qué dice tu hermano, a ver?

SAMANTHA – Mía, mi amor, estamos juntas en esto, sos mi hermana, sos lo único que tengo en la vida… Es lo que dieron los análisis, se te hicieron todos los chequeos y el problema con tu corazón es irreversible…

MIA – ¿Pero vos te escuchas lo que me estas diciendo??? Pará, pará un poquito ¿acaso no era que había cosas que confimar, y que faltaban datos, qué se yo…

SAMANTHA – Se hizo todo lo necesario, Mía.

MIA – Pero ¿quién lo dice, Samantha? Quién lo firma, eh? Una enfermera que no tiene ni idea de que detrás de esos papeles de mierda hay una persona de carne y hueso? que están hablando de mi?! De mí, me entendés? No soy una historia clínica, nena, un… dibujito en un papel que no se entiende nada ¿qué decís?

SAMANTHA – Cuando te revisaron el año pasado, había una posibilidad, por eso era necesario hacer otros estudios, y se hicieron todos los posibles para confirmar ese diagnóstico…

MIA – Pero se pueden equivocar! Escuchame, ¿por qué no hablamos con gente que realmente sepa lo que está haciendo, eh?

SAMANTHA – El equipo de Teddy es excelente, Mía, tienen el centro cardiológico más importante de Sudamérica, te aseguro que trabajan con el mayor profesionalismo y no dirían nada si no estuvieran cien por ciento seguros.

MIA – Todos nos podemos equivocar! Mil veces me equivoqué en mi vida!! Millones!! Y gracias a esos millones de veces es que sigo viva! Hago, me equivoco, cambio, pruebo de nuevo… vida! El equilibrio mata, ¿me entendés? La seguridad es muerte!!! Entropía, puf, se terminó ¿Cómo me van a decir que en cualquier momento se me puede parar el corazón, como si fuera… no sé, la señal del celular y no hay más, tuki ¡¡¡Se cortó la luz!!! ¿Estás loca?

ABEL – ¡No se cortó la luz, che! Ja! Se quedan a oscuras y se creen que se cortó la luz, qué minas! ¿No escuchan que hay música?

RODRIGO – No saben distinguir entre luz y electricidad, ¿y me van a entender la geodésica de 8 frecuencias…? ¿te das cuenta?

(LA MÚSICA CAMBIA A ZAZ – JE VEUX)

MIA – No puede ser, Samy, no puede ser. No es que yo quiera o no, sencillamente no es posible…. No ahora! No!!! (…) La remil puta madre que los parió, no… no… Tu hermano y ese centro cardiológico de mierda se pueden ir a la puta madre que los parió, me entendés, a la mismísima mierda!

¿Ahora me lo vienen a decir? Ahora que al fin tengo algo entre las manos… ahora que… llegué, al fin llegué a mi casa, a mi hogar, al lugar donde está mi corazón (SEÑALA HACIA RODRIGO) Mi corazón…

RODRIGO – Mi amor! Vení y bailamos…. (A ABEL) Che, ¿qué onda con Samantha?

ABEL – Nooooo! Cero bola, imaginate, cuando se enteró de que tengo una Niva casi me da propina.

(SUENA COLD PLAY, I FIX YOU)

SAMANTHA – Tenés su amor, Mía, y el mío, todo el amor del mundo para cuidarte, para acompañarte. Para tomar ese corazoncito entre las manos, hacerle caricias y decirle que va a estar todo bien, que está rodeado de felicidad, de nuestro cariño…

MIA – … y que puede descansar en paz, no es así? Que todo lo que tenía para dar, lo dio; que se acabaron las estrellas, que no habrá más olas en el mar, ni aroma de flores, que todos los colores se fundieron en el blanco de la última luz, y que esta… es la melodía que escuchará por siempre…

Hagamos algo, brindemos! ¡Rodrigo, Abel! ¡Brindemos!

SE ACERCAN RODRIGO Y ABEL CON SUS COPAS.

RODRIGO – Qué pasa…?

MIA SACA A BAILAR A RODRIGO, ABEL BAILA CON SAMANTHA. SE ESCUCHA LIBIAMO, DE LA TRAVIATTA.  TODOS CANTAN LIBIAMO A CORO.

SE PAGAN LAS LUCES.

Escena 2.

VESTÍBULO. SAMANTHA Y RODRIGO ESTÁN EN IGUAL POSICIÓN QUE EN LA ESCENA 1.

SAMANTHA – Yo… es mejor que me vaya.

RODRIGO – No, por favor. Pasá Mía… Samantha, por favor, contame qué fue de Mía, qué paso?

SE REPITE EL INICIO DE LA ESCENA 3. RODRIGO SE LEVANTA Y CRUZA LA HABITACIÓN, VA HACIA LA BARRA. SAMANTHA LO SIGUE. LA ILUMINACIÓN ES FRÍA, LA CASA ESTÁ COMO SIN ALMA. SIRVE UN PAR DE VASOS; LE DA UNO A SAMANTHA, QUE SE SIENTA, Y ÉL SE QUEDA EN LA BARRA. PAUSA.

RODRIGO – Nunca me dijo que estuviera tan enferma. Eran esos mareos, la agitación, las palpitaciones… Yo sospechaba que podía ser algo grave, pero nunca le dio importancia, y me pareció que no le tenía que dar manija.

SAMANTHA – Lo supo aquí; en realidad, lo confirmó; y no le sorprendió -a ella, al menos-, que le dijeran que su corazón no soportó los golpes de puño, las puñaladas, las descargas eléctricas y los chorros de ácido que le tiró durante años, para a ver si reaccionaba… ¡qué ironía, no? Mirá que sentir que se le despertaba el corazón justo cuando dejó de zarandearlo como si fuera una pelota de tenis…

Venir a enamorarse cuando tiró la toalla y se vino a hacer la hippie, a descubrir que lo más simple de la vida estaba con un tipo simple que quería vivir en una casita de barro.

RODRIGO – Sí. Pero se fue con vos.

SAMANTHA – No tenés idea, Rodrigo.

RODRIGO – Qué ¿me lo vas a negar? Si parezco pelotudo por ahí es porque no me esfuerzo todo el tiempo en demostrar que “la tengo reclara” y “estoy de vuelta”, viste? A Mía le habrá gustado por un tiempo la de la familia Ingalls, pero reapareciste vos y se olvidó de todo, se fue a Buenos Aires y volvió a la misma vida de mierda que… la terminó matando. (LLORA)

SAMANTHA – ¿Y acaso no volvió por vos? Y se murió viva, Rodrigo… Y eso lo aprendió de vos; siguió adelante, sin mirar atrás. Ella me enseñó que… si dejás de pretender explicarlo todo, duele menos no entender, y se puede morir en paz si se tienen ganas de seguir viviendo.

Me dijo Abel que supo que te está yendo bien con el trabajo, me alegro. Aunque él también te extraña. ¿Que vas a hacer?

RODRIGO – Ella… teníamos un sueño.

SAMANTHA – Seguilo. (BRINDA). Por Mía!

MIA APARECE POR DETRÁS, SIN QUE LA VEAN

MIA – ¡Por fin están mis tres corazones juntos!

RODRIGO – Por Atitlán!

SUENA LA SINFONÍA Nº 41 JUPITER K551-I DE MOZART, ALLEGRO VIVACE

TELÓN.

ATITLAN 1

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