PLAZA, TAL VEZ. SAMUEL ACOMPAÑA A SIMON. HAN HECHO UN ALTO Y DESCANSAN EN UN BANCO
AMBOS TIENEN 80 AÑOS Y HABLAN CASI A LOS GRITOS.
SIMON: Pasan como si nada…
SAMUEL: Quién?
SIMON: Y quien va a ser?!
SAMUEL: No sé!
SIMON: Usted nunca sabe nada…
SAMUEL: Y como voy a saber si usted no dice a quien se refiere.
SIMON: Los médicos hombre! No se da cuenta? Pasan como si nada…
SAMUEL: Uf… No son médicos…
SIMON: Ah, no?! Y qué son? Carniceros?
SAMUEL: Transeúntes nomás.
SIMON: No diga pavadas! No se da cuenta que son médicos? Sino que van a andar
haciendo?
SAMUEL: No son médicos! Van a la escuela.
SIMON: Usted sí que es marmota! Mire que para ir a la escuela van a pasar por acá!
SAMUEL: Yo cuando iba a la escuela pasaba por acá
SIMON: Hace cien años Samuel. Ahora nadie pasa por acá para ir a la escuela.
SAMUEL: Sabe las veces que pasé por acá para ir a la escuela. Uf…
SIMON: No serán tantas! Sino no hubiera salido tan inútil.
SAMUEL: Me lo acuerdo clarito, clarito. Hasta el nombre de la maestra. No me lo olvido.
SIMON: Ah si? Y cómo se llamaba la maestra?
SAMUEL: Margarita!
SIMON: Y claro! Margarita!
SAMUEL: Porqué dice: Y claro!? Eh! Porqué? Usted la conoció?
SIMON: Seguro viejo! Si fue la maestra de todo el pueblo! O se olvida que los dos nacimos
acá? Y que fuimos a la misma escuela? Y con la misma maestra.
SAMUEL: Como olvidarla… Margarita… Mala! Uf… Más mala que una cabra…
SIMON: Las cabras no son tan malas.
SAMUEL: Es un decir, Simón. Usted todo lo agarra en serio. No se da cuenta que estoy
haciendo una metáfora?
SIMON: Déjese de estupideces!
PAUSA
SAMUEL SACA UNA ARMÓNICA, Y TOCA UNA MELODÍA, FALSA MELODÍA.
SIMON: Otra vez con esa porquería! Porqué no se deja de molestar con eso?
SAMUEL: Porque es salud para el alma!
SIMON: Pero no se da cuenta que lo que a usted le falla es la cabeza y no el alma?!
SAMUEL: Es lo mismo! El cuerpo debe estar en conexión con el alma para estar saludable.
SIMON: Entonces su cuerpo y alma están incomunicados hace varios años. Va a tener que
organizarles un encuentro.
SAMUEL: Y usted debería hacer lo que yo hago para sentirse mejor.
SIMON: El qué? El yoga ese?
SAMUEL: Es muy rejuvenecedor…
SIMON: (Lo mira) Usted está hablando en serio? O acaso hoy se olvidó de mirarse al espejo.
Dése cuenta que es un viejo arruinado igual que yo!
SAMUEL: La juventud está en el espíritu, Simón!
SIMON: No! Está claro que hoy se levantó atravesado… Qué viejo terco!
PAUSA. SE MIRAN.
SAMUEL: A lo mejor si me hiciera caso no le fallaría tanto el mate!
SIMON: Qué quiere decir?
SAMUEL: El yoga también es bueno para la salud mental.
SIMON: Que me está tratando de loco? Me quiere decir que estoy chapita?
SAMUEL: No!! Tanto como eso no. Pero a su edad algunos cables se van oxidando. Uf…
SIMON: No sea infeliz! A mí no se me oxida ningún cable! Por lo que se ve con usted no se
puede hablar. (Se levanta y sale caminando hacia adelante.)
SAMUEL: (Gritando y atajándolo) Guarda el auto! Qué hace? (Lo ayuda a sentarse
nuevamente.) Venga acá y siéntese.
SIMON: (Con una risa falsa) Usted sí que es gracioso. Y encima pretende que le crea todas
las pavadas que dice.
SAMUEL: No sé a qué se refiere.
SIMON: Se piensa que soy idiota?! Me gritó “Guarda el auto” cuando se me cruzó un
enfermero con la camilla.
SAMUEL: Qué enfermero, Simón! Sino le grito lo pisa el auto. Y encima ni cuenta se hubiera
dado. Vió que es lo que digo? Los cables se van oxidando.
SIMON: No se haga el chistoso! Mire si me iba a matar una camilla.
SAMUEL: Era un auto!
SIMON: De qué marca?
SAMUEL: Y qué se yo!? Era blanco.
SIMON: Vé! Se da cuenta que era un enfermero con la camilla?!
SAMUEL TOCA LA FLAUTA
SIMON: Otra vez! Terminelá con eso! No ve que queda ridículo con esa porquería? Va a
llamar la atención de todo el mundo.
SAMUEL: Es un lugar público.
SIMON: Pero usted es molesto.
SAMUEL: Y usted es insoportable! La gente que pasa me mira con simpatía, no se da
cuenta?
SIMON: Si, claro! Espere que le tiren una monedita también.
SAMUEL: Uf… No hay duda, usted es un viejo insufrible, Simón! Porqué no se calla? O
mejor, porqué no seguimos?
SIMON: No podemos seguir. Tenemos que esperar. Acaso no escuchó que debíamos esperar
acá?
SAMUEL: Nadie dijo eso. Lo único que “yo” dije, fue que teníamos que descansar un poco.
SIMON: Si, pero después vino el doctor y dijo que nos sentáramos en este banco y
esperáramos.
SAMUEL: El que dijo eso fue el portero de la escuela que justo pasó por acá.
SIMON: (Lo mira.) Usted es marmota? O se piensa que el marmota soy yo?!
SAMUEL: Cállese!
SIMON: Cállese usted!
PAUSA. LOS DOS QUEDAN CALLADOS MIRANDOSE
SIMON: (Hace un aplauso y señala a Samuel) Habló!
SAMUEL: Yo no! Usted lo hizo ahora.
SIMON: Cuando?
SAMUEL: Recién. Cuando dijo: (Imita el aplauso) Habló!
SIMON: Lo dije porque usted había hablado.
SAMUEL: No mienta! Qué había dicho yo?
SIMON: No sé. Porque balbuceó. Habló así entre dientes. No se entendió lo que dijo.
SAMUEL: Entonces si no entendió no vale.
SIMON: Va de nuevo entonces.
SAMUEL: Cállese!
SIMÓN: Cállese usted!
SILENCIO NUEVAMENTE
SAMUEL VUELVE A TOCAR LA FLAUTA UN INSTANTE. SIMON SE RETUERCE DE LA BRONCA.
SIMON: No puede ser! Otra vez! Me tiene podrido!
SAMUEL: (Hace el gesto con la mano) Gané!
SIMON: Y cómo no va a ganar, si siempre hace lo mismo! Y sabe que esa porquería me pone
los nervios de punta.
SAMUEL: Se llama: Habilidad!
SIMON: Si, habilidad para hacer trampa!
SAMUEL: La guerra y el juego son una misma cosa, y en ambos casos “el triunfo se basa en
la estrategia de los contrincantes”.
SIMON: Siempre dice lo mismo!! Palabrerío barato! Pura mierda!
SAMUEL: Uf… Cuando va a dejar de descalificar todo lo que digo y todo lo que hago!
SIMON: Aha… (Se queda tildado mirando fijo a un lugar.)
SAMUEL: Ya empezó… no se haga el distraído otra vez… (Lo mira fijo.) Será de no creer…
SILENCIO TOTAL
SAMUEL GOLPEA CON EL BASTÓN Y TOSE, SIMÓN REACCIONA.
SIMON: Lo leí en el diario.
SAMUEL: Eeee!!!??
SIMON: Usted no?
SAMUEL: Yo no. Qué?
SIMON: No lo leyó?
SAMUEL: Qué cosa?
SIMON: Pero usted es o se hace? De qué estamos hablando hombre? De lo que dijo el
presidente! Lo leyó en el diario?
SAMUEL: Yo no leí nada. Ni sé de qué está hablando…
SIMON: Y claro! A usted le sacan la porquería esa y desaparece del mundo. (Pausa) El
presidente del Uruguay. Parece que dijo que el presidente nuestro está medio
“turuleco”, y los de acá se pusieron como locos, vió?
SAMUEL: Uf… También, como va a decir semejante cosa.
SIMON: Igual, tan errado no debe estar! Por algo lo habrá dicho.
SAMUEL: Aha!
SIMON: Aha, qué?
SAMUEL: Nada, ahá nomás.
SIMON: Y usted que dice?
SAMUEL: De qué?
SIMON: Del presidente, hombre! Parece tonto! Hace una hora que estamos hablando del
presidente, y ahora me dice: “de qué?”
SAMUEL: Y a mí que me importa lo que dice el presidente. Por mí que diga lo que quiera.
SIMON: Y claro! Así estamos.
SAMUEL: Déjeme de joder a mí con los políticos…
PAUSA
SAMUEL TOCA LA FLAUTA
SIMON: Ahí viene.
SAMUEL: Quién?
SIMON: El doctor.
SAMUEL: No viene ningún doctor. Yo no veo a nadie.
SIMON: Pero se escuchó que venía.
SAMUEL: Uf… Escuchó mal. Mire que va a venir acá.
SIMON: Cierre la boca, que no lo escuche. Mejor que ni se dé cuenta que estamos acá. Por
ahí no me opera.
SAMUEL: Qué? De que lo van a operar?
SIMON: Cállese le digo! Me quiere operar! Dé qué va a ser? De la porquería esa que tengo.
SAMUEL: No hable pavadas.
SIMON: No hable, no hable.
SILENCIO
SAMUEL: Usted es ridículo.
SIMON: (En ataque de ira) Ridículo yo?! No sé que hago acá con usted. Mejor váyase y
déjeme solo.
SAMUEL: (Pausa. Se levanta para irse) Ma sí.
SIMON: Qué hace?
SAMUEL: Me voy! No dice que me vaya.
SIMON: No ve que encima de bobo es desalmado. Mire que se va a ir. Siéntese.
SAMUEL: Ahora me voy.
SIMON: No hombre. Va a dejarme solo y el doctor ese me va a operar.
SAMUEL: Que lo opere. A mí que me importa.
SIMON: Ahora no le importa nada de nada? (Llorisquea.) Para qué me trajo acá.
SAMUEL: Yo no lo traje. Lo acompañé nomás. Uf… Va a llorar también?
SIMON: No me deje solo. Yo le prometo que después arreglo todo.
SAMUEL: Qué cosa va a arreglar?
SIMON: Todo, todo, todo, todo…
SAMUEL: Me quedo. Pero mejor no hable más. Ya nos vamos.
SIMON: (Alegre.) Y que no me opere nada…
SAMUEL: Nadie lo va a operar.
SIMON: Si, mejor…
SILENCIO. A SIMON SE LO VE IDO
SIMON: Hoy es un buen día o un mal día?
SAMUEL: Es un lindo día.
SIMON: No digo si es lindo! Digo si es bueno o malo.
SAMUEL: Y qué se yo si el día es bueno o malo. Depende para qué.
SIMON: Para nada, hombre! Nunca va a entender lo que le digo?! Piense un poco mierda!
Qué día es hoy?
SAMUEL: Uf… martes…
SIMON: Qué número, animal!
SAMUEL: Eeeehh… 21…
SIMON: (Casi como si lo insultara) De qué mes?!
SAMUEL: Septiembre hombre! Septiembre! Aah! Empieza la primavera!!
SIMON: Pero hay que ser infeliz! A quién le importa la primavera?!
SAMUEL: Y entonces…?
SIMON: (Con fuerza y furia amenazante) Que hoy es veintiuno, veintiuno!! No se da cuenta
mierda!!!
SAMUEL: (Temeroso) Y…?
SIMON: Nada señor, nada…
SILENCIO TOTAL
SIMON PARECE TRANQUILO, DE PRONTO CLAVA UNA MIRADA INQUIETANTE A SAMUEL POR UNOS SEGUNDOS
SIMON: Quién es usted?!
RÁPIDO OSCURO TOTAL
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