Descripción: Una boda está a punto de llevarse a cabo pero Pedro no puede dejar que eso suceda. Y es que la novia es nada más y nada menos que la mujer que ama.
Personajes: Pedro, Elizabeth, Jaime, Roberto, Padre, Invitados
ACTO ÚNICO
En una iglesia, numerosos invitados están preparados para presenciar una boda. El novio espera en el altar y el padre ocupa su lugar tras el púlpito. Comienza a sonar la marcha nupcial y una novia aparece en escena, caminando hasta su pareja.
Padre: Estamos aquí reunidos para celebrar la unión entre Elizabeth y Jaime. Pongámonos de pie para acompañarlos en este día feliz…
Los invitados se ponen de pie. Mientras la boda procede, la luz del lado del de la iglesia se desvanece para alumbrar a un joven que aparece al otro lado del escenario, afligido y acompañado por otro chico.
Pedro: ¡Es tarde! Se está casando, sabía que esto no iba a funcionar.
Roberto: ¡No digas eso, Pedro! Tú amas a Elizabeth y no puedes dejar que se case con Jaime. Entra a decirle lo que sientes.
Pedro: ¿Y hacer el ridículo frente a todo el mundo? Ella ya eligió, Roberto. Además, después de lo que pasó entre nosotros es comprensible que no quiera volver a verme
Roberto: Ella te ama tanto como tú, comprenderá. Pero si dejas que siga con esto, te arrepentirás durante toda tu vida. Y Elizabeth también, ¡está a punto de cometer el más grande error de todos, por Dios!
Pedro: Jaime era mi mejor amigo, no puedo hacerle esto.
Roberto: Lo que no puedes, es dejar que también estropee su vida al casarse con alguien que no lo quiere de verdad. ¿En serio vas a dejar que esta boda se lleve a cabo por despecho?
Pedro se queda inmóvil por un momento y agacha la cabeza. Luego alza la mirada, decidido y se dirige hacia la iglesia, donde el padre sigue impartiendo la misa con gestos solemnes.
Padre: Si hay alguien que tenga motivo para que esta boda no se realice, que hable ahora o calle para siempre.
Pedro: ¡Yo!
Todos los invitados se vuelven para verlo con sorpresa.
Elizabeth: ¡Pedro! ¿Qué estás haciendo aquí?
Pedro: ¡Elizabeth, yo te amo! ¡No puedo dejar que te cases con otro! Por favor, ¡dame una oportunidad!
Jaime (enojado): ¿Vas a insistir con eso? Y yo que te creía mi mejor amigo.
Elizabeth: Es tarde, Pedro. Tú me dejaste cuando decidiste viajar por tanto tiempo, jamás me escribiste ni supe nada de ti. Creí que te habías olvidado de mí.
Pedro: Nunca lo haría, nunca. Traté de hacerlo pero la verdad es que no puedo vivir sin ti. Si te casas, nunca sabrás lo que habría podido ser entre nosotros.
Elizabeth duda. Luego, baja del altar junto a Pedro.
Elizabeth: Lo siento, Jaime. Es verdad, lo amo. No puedo hacerte feliz.
Jaime (dirigiéndose a Pedro): ¿Tú la amas de verdad?
Pedro: Más que a mi vida.
Jaime: Entonces, no me queda más que desearles lo mejor y advertirte que cuides bien de ella. (Baja del altar). Creo que este es tu lugar, ¡esta gente vino a ver una boda y la van a tener!
Elizabeth y Padre suben sonrientes al altar para terminar uniendo sus labios en un beso. Todos los invitados aplauden.
FIN
¡Sé el primero en comentar!