Una linda tarde de verano, y el señor saltamontes disfrutaba de tocar su violín rodeado de otros insectos del bosque, era la época perfecta para socializar.
— ¡Amigos que bien nos la estamos pasando! — Dijo la pulga.
— Totalmente amigo mio, es lo que mejor hacemos, divertirnos sin importar nada — Dijo el saltamontes.
— No todos parecen divertirse, mira ese de allá — Señalo a la mariquita a una hormiga.
Se veía algo sucia, muy exhausta, aunque era de esperarse cargando tantas semillas al mismo tiempo, con un cuerpo tan diminuto era un milagro que pudiera cargar semejante peso.
— Dime amigo mio, ¿porque no te unes a la fiesta? — Se le acerco un poco mas a la hormiga.
— Muchas gracias por tu oferta amigo, pero debo de trabajar, el invierno se acerca y no tendré que comer si no lleno los almacenes — Menciono la hormiga, equilibrando el peso sobre sus hombros.
— ¡Invierno! — estallo en risas — ¡Muchachos escuchen a nuestro amigo, le preocupa la nieve que pueda caer en este momento — Todos se burlaron de la hormiga.
— Discúlpeme, debo seguir trabajando — Dijo la hormiga retirándose, pero sintiéndose triste.
Mientras la hormiga se retiraba el saltamontes comenzó a tocar de nuevo su violín para continuar con la fiesta.
Unos días después………
El señor saltamontes se encontraba nadando con sus amigos en el arrollo, cuando pudo ver nuevamente a la hormiga.
— Pero que tenemos aquí, si hasta los fines de semana trabaja nuestro amiguito, pobre no debe de saber que es un día libre — Dijo el saltamontes riéndose de la hormiga pero esta lo ignoro.
— ¡Que perdedor! — Dijo la mariquita.
— ¡Fuera de aquí, aguafiestas! — Grito la pulga.
Pasaron los meses y la hormiga no dejo de trabajar ni un solo día, los otros insectos continuaron con su fiesta día tras día, hasta que el otoño llego, el clima comenzó a tornarse frió.
La fiestas tuvieron que suspenderse por algunos días, aunque usando abrigos y bufandas ellos continuaron en algunas ocasiones pero esto se acabo cuando cuando la nieve comenzó a caer.
El saltamontes moría de frió, así que fue a la casa de su amigo la pulga para que le diera cobijo. Pero al llegar a la casa de este ni la puerta le abrió.
Decidió ir con su amiga la mariquita.
— Lo siento no puedo tenerte aquí, no tengo suficientes provisiones para los dos — Fue lo que le dijo al saltamontes.
Sin tener un lugar a donde ir, decidió tragarse su orgullo y buscar cobijo con la hormiga.
— Buenas mi buen amigo, pasaba por aquí y me preguntaba si podrías darme cobijo, este invierno es demasiado duro y tu como buena hormiga que eres me dejaras pasar ¿Cierto? —
— Durante todo el verano lo único que hiciste fue cantar, ahora que es invierno te tocara bailar — Dijo la hormiga cerrando la puerta en la cara del saltamontes.
El saltamontes no tuvo de otra que irse a otro lugar para no terminar congelado.
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